viernes 23 de junio de
2023
La segunda ciudad con más mexicanos no se encuentra en
México. El español es el segundo idioma más hablado
dentro de Estados Unidos. Cosas como esas no suceden
porque sí: tienen una causalidad explicable desde el
análisis de los procesos migratorios que, a lo largo de
los años, han sostenido, oficial y extraoficialmente
México y Estados Unidos. Es decir que unos vínculos
compuestos por personas en contextos de movilidad (con
todo el intercambio humano y simbólico que eso implica)
son capaces de darle una parte de su forma a un país
entero.
Acerca de la naturaleza de dichas relaciones, y para el
caso específico de esa segunda ciudad más habitada por
mexicanos (Los Ángeles, California) versa el volumen
compuesto por ensayos de la doctora Olga Odgers Ortiz y
los doctores Rafael Alarcón Acosta y Luis Escala
Rabadán. En él se revisa, básicamente, la manera en que
diversos factores colindan para producir las
experiencias de adhesión identitaria mediante las cuales
los migrantes mexicanos afincados en dicha ciudad
estructuran su experiencia de vida en el país vecino.
Debido a la especificidad del tema, resulta esperable e
incluso natural que constituya una aportación de valor
en el ámbito de los estudios migratorios. Como bien se
señala desde el principio de la obra, los autores han
trabajado conscientemente con la noción de que la gran
cantidad de material bibliográfico existente acerca del
mismo ha sido redactado de espaldas al país de origen,
enfocando las experiencias de etnicidad y pertenencia
como un circuito cerrado, como un aislamiento social y
político en que se encuentran inmersas las personas que
mueven sus hogares y sus vidas hacia un país en que todo
es distinto.
Para el caso, los investigadores han adoptado una
perspectiva metodológica múltiple, pues como la forma es
reflejo del fondo, en tal diversidad de maneras y
quehaceres se espejan las múltiples facetas de un
fenómeno que, por otro lado, siempre ha sido pensado
como “demasiado grande” para ser abordado de manera
total en un solo tomo.
Quizá una de las mayores ventajas didácticas con las que
cuenta el tomo, es la de aspirar (y conseguir) ser un
texto que, a pesar de su evidente procedencia de un área
muy especializada dentro del campo de los estudios de
migración, sea capaz de darse a entender hacia cualquier
tipo de público, aunque con especial énfasis en
cualquier persona que se encuentre interesada en
entender a la migración como un fenómeno social que está
cambiando, actualmente, al mundo. Y aun dentro de su
bien delimitado campo de estudio, el interés particular,
el móvil académico, es todavía más minucioso: los
mecanismos según los cuales los recién llegados diseñan
y desarrollan su sentido de pertenencia al nuevo hogar.
Así, las entrevistas aplicadas a migrantes procedentes
de varios estados mexicanos (Veracruz, Oaxaca y
Zacatecas) permitieron un nivel de expresión y dirección
de la entrevista por parte de la entrevistado que no es
usual en este tipo de trabajos, puesto que los
investigadores buscaron situarse, de manera respetuosa a
la vez que profesional, en una posición que les
permitiera asimilar la asimilación de sus informantes
respecto al cómo han construido sus vidas allá. A esta
técnica se le suma un análisis estadístico
correspondiente con los datos que iban saliendo en las
entrevistas, y el entrecruzamiento con otras técnicas
clásicas y modernas de investigación. Las conclusiones,
concisas a pesar de la liberalidad del proceso
investigativo, arrojan que lo que en otros casos
funciona como una adecuación cultural y social en el
nuevo entorno, se transforma, por obra de la
intervención política y jurídica, en un proceso difícil
y a menudo precario para las personas en contexto de
movilidad. La integración ciudadana, efectivamente, solo
se concreta en la mayoría de los casos con una
regularización de la situación legal de los migrantes
residentes en la ciudad de Los Ángeles. A tal progreso
en la estabilidad jurídica corresponde, a su vez, un
mejoramiento en el propio tejido social urbano de dicho
lugar, puesto que permite un mayor nivel de desarrollo
económico y sociocultural para sus habitantes, y lo que
constituye, en principio, una experiencia individual,
resuena a niveles macroscópicos.
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