Este artículo escrito
por
Global Voices
Por qué las empresas tecnológicas no pueden seguir
ignorando su influencia en la política y en la sociedad
No se puede seguir ignorando el impacto de la tecnología
en la política
Un pequeño retrato de Olga Solovyeva
Escrito por Olga Solovyeva
Un pequeño retrato de Valeria Ramirez Sanchez
Traducido por Valeria Ramirez Sanchez
En medio de la creciente influencia de la tecnología en
la política mundial, especialmente en los regímenes
autoritarios, cada vez es más evidente la necesidad de
reconocer la responsabilidad política de las
corporaciones tecnológicas. En los últimos años, las
repercusiones de desatender las prácticas éticas ponen
en evidencia la urgente necesidad de que las empresas
tecnológicas prioricen una conducta responsable. La
manipulación de la información en línea, el desvío del
tráfico de internet, la restricción del acceso a
internet y la implementación de sistemas de vigilancia
son algunos ejemplos de cómo los Estados pueden hacer un
mal uso de la tecnología. Mientras antes se esperaba que
la tecnología se convirtiera en un símbolo de
resistencia y liberación, ahora los regímenes iliberales
la utilizan para producir diversas formas de coartar la
libertad digital que se extienden a la realidad
material. ¿Cómo podemos garantizar que los gigantes
tecnológicos contribuyan a las prácticas democráticas y
no a la opresión política?
Por qué las empresas tecnológicas tienen responsabilidad
política
En un sector impulsado por la innovación, como es el
caso del sector tecnológico, la legislación no puede
seguir el ritmo de los nuevos avances. A menudo, ni los
usuarios ni los fabricantes tienen en consideración las
consecuencias negativas de una nueva tecnología hasta
que las han experimentado. Cuando eso sucede, la
industria debe lidiar con las repercusiones del daño y,
en consecuencia, con sus propias responsabilidades, que
son cada vez mayores.
En los últimos años, los gigantes tecnológicos han sido
noticia con mayor frecuencia por acontecimientos
políticos que industriales. En primer lugar, las
revelaciones sobre la obtención de datos de usuarios por
parte de Cambridge Analytica y la consiguiente
injerencia en las elecciones presidenciales
estadounidenses de 2016 atrajeron la atención pública
sobre los problemas de la recopilación de datos
incontrolada. Sin embargo, incluso desde que se supo
acerca de los problemas, los sitios de redes sociales no
eliminan la información errónea o falsa ni toman medidas
contra los incidentes de violencia. Otros debates
públicos cuestionaron a los proveedores de redes
sociales por no darle importancia al impacto que tiene
en adolescentes y adultos jóvenes el algoritmo que
determina qué ven los usuarios en sus listas de
favoritos, lo que contribuye a la epidemia de salud
mental que recorre el mundo. Las empresas tecnológicas
están directamente involucradas en la política
internacional. Por ejemplo, en Myanmar, Facebook se
convirtió en sinónimo de internet y, con el tiempo, en
una plataforma clave para avivar el odio e incitar el
genocidio. También está el caso de Pegasus, elaborado
software de vigilancia elaborado por la empresa israelí
NSO Group que se utilizó para espiar a activistas
políticos de todo el mundo.
Los activistas digitales de Global Voices Advox informan
sobre el creciente uso de tecnología digital para el
avance de los regímenes autoritarios en todo el mundo.
Se centran, por ejemplo, en temas como vigilancia,
entrega de información errónea o falsa y acceso a
internet en diferentes contextos. Los autócratas
utilizan toda la gama de tecnologías digitales
disponibles. En Rusia, donde el interés del Estado es
mantener las opiniones de la oposición fuera del entorno
informativo, se hace mucho hincapié en la desinformación
y la censura. Por su parte, Tanzania y Sudán son
conocidos por los bloqueos de internet, mientras que en
Turquía y Marruecos son cada vez más frecuentes los
casos de vigilancia digital pública.
A la vez, el sector tecnológico no juega necesariamente
solo en el lado oscuro. Desde la invasión rusa de
Ucrania, SpaceX, empresa de Elon Musk, siguió prestando
apoyo al servicio de internet satelital Starlink y dando
acceso a internet a Ucrania después de que la invasión
rusa interrumpió los servicios. No obstante, su reciente
compra de Twitter trajo múltiples polémicas que
potenciaron aún más la economía de la atención de las
redes sociales, lo que lleva a la fragmentación, la
polarización y el declive de la esfera pública. Es
imposible separar a las empresas tecnológicas de la
política y su rol tiende a causar controversia.
Manzana buena, manzana mala
Si estás leyendo este texto desde tu MacBook o iPhone,
probablemente has notado la diferencia de vivir en un
nuevo espacio de información con mucha menos publicidad
dirigida. En febrero de 2022, Apple presentó sus nuevas
funciones de privacidad que permiten a los usuarios
activar o bloquear el rastreo de datos personales de las
aplicaciones instaladas en los dispositivos de la
empresa, innovación con importantes consecuencias
políticas, sociales y económicas.
Es esencial comprender la decisión empresarial que
sustenta el actual debate sobre la ética y la regulación
de los datos personales. Proteger los datos personales
de los usuarios de Apple significa que no se les
dirigirá publicidad personalizada y que sus datos no se
utilizarán para predecir el comportamiento de los
consumidores. Esto hace posible el derecho a la
intimidad de los usuarios, una de las categorías
centrales de las responsabilidades morales de los
proveedores de servicios en línea y, en esencia, un
derecho humano. Esta garantía del derecho atrae a los
consumidores hacia los productos de Apple.
Al mismo tiempo, esta decisión arquitectónica causó un
gran malestar en el mercado, ya que las cotizaciones de
las acciones de Meta y de otras empresas de medios
sociales se desplomaron ese día. Introducir una cláusula
que permita a los usuarios rechazar una acción,
especialmente la recopilación de datos personales,
significa reducir sus ingresos publicitarios
potenciales, puesto que se tiene menos datos para
desarrollar anuncios personalizados.
Apple tomó una decisión política que marca un hito en el
debate sobre la regulación de la privacidad de los
usuarios. Efectivamente, es un tema de preocupación
gubernamental en la intersección de la información y la
ética empresarial, la ley y la política. Este caso en
particular ilustra el poder de una empresa, que no solo
puede cambiar las reglas del juego en el debate sobre la
regulación de la tecnología, sino también sacudir la
industria al presionar a otras empresas a cambiar sus
modelos de negocio y a desafiar la dinámica de los
gigantes tecnológicos.
¿Qué implica esta decisión para Apple? ¿Una postura
ética que indica su responsabilidad política? ¿Un acto
de un excelente ciudadano corporativo que innova para
hacer posible el derecho a la privacidad de sus
clientes? ¿O es un movimiento de mercadotecnia para
impulsar la venta de productos de Apple a través de una
actividad ajena al mercado? Independiente de la
motivación, hemos sido testigos de cómo una empresa
tecnológica realiza un cambio político a escala
internacional, ya que los productos de Apple son
demandados y vendidos en todo el mundo.
Paralelamente, la empresa participa en otras actividades
que pueden considerarse controvertidas. En 2022, junto
con otros gigantes tecnológicos, Apple aumentó su gasto
en grupos de presión debido a que las empresas enfrentan
una mayor presión por parte de los legisladores que
plantean preocupaciones contra el monopolio para frenar
el poder de los gigantes tecnológicos. Mientras tanto,
apartándose del clima político democrático liberal,
Apple enfrenta decisiones que desafían su postura
política. En 2021, la empresa confirmó que almacenaba
todos los datos personales de los usuarios chinos en
centros de datos con sede en China, país conocido por
utilizar la vigilancia como herramienta de persecución
política. Aunque Apple afirmaba mantener un alto nivel
de seguridad, fuentes periodísticas informan que la
empresa entregó el control al Gobierno. Ese mismo año,
Apple retiró una aplicación de voto inteligente, una de
las herramientas elaboradas por la oposición en Rusia
para burlar el fraude electoral. En ambos casos, la
decisión de la empresa tuvo consecuencias políticas
graves y directas, al igual que la decisión de bloquear
el rastreo de datos personales en sus dispositivos. La
única diferencia era el tipo de presión ejercida sobre
la empresa por el sistema político en el que operaba.
¿Dónde acaba la responsabilidad política de los gigantes
tecnológicos?
En 2022, el mundo fue testigo de la expansión global de
los regímenes autoritarios, que afectó tanto a los
Estados en desarrollo como a las democracias
establecidas. Según el informe de Freedom House de 2022,
solo el 20 % de la población mundial vive en un país
libre, mientras que el 80 % restante se divide a partes
iguales entre un mundo parcialmente libre y no libre. El
mundo es cada vez más autoritario y el régimen político
de una democracia liberal es hoy la excepción más que la
regla.
Las distintas autocracias plantean difíciles obstáculos
a las empresas tecnológicas, que siguen siendo las
principales productoras de tecnología innovadora. El rol
del Estado define las expectativas potenciales de las
empresas y sus patrones de relación. En las autocracias,
la participación política y la deliberación pública
enfrentan la represión a través de las autoridades
estatales, y las empresas están moldeadas por una
economía política con elementos de intervención estatal.
El Estado prevalece y tiene un control más directo sobre
la empresa cuando es necesario, y su injerencia en la
vida económica es ordinaria e impredecible. Los
autócratas son conocidos por la censura, la propaganda y
las intervenciones en los sistemas electorales, todo
gracias a la tecnología que dan las empresas.
Uno de los ejemplos más comunes podría ser cuando una
empresa debe obedecer la ley de un Estado autoritario
para mantener la legitimidad política, mientras que la
propia ley puede socavar la legitimidad moral de la
empresa. El caso de Apple en China es un ejemplo. Sin
embargo, esto puede tener otras consecuencias para
empresas de otros países. Por ejemplo, Verizon (la
filial que compró Yahoo! en 2017) fue demandada por
entregar datos al Gobierno chino que llevaron a la
persecución política y a la tortura de disidentes.
En los regímenes autoritarios, la legislación suele
estar diseñada para establecer los requisitos y procesos
específicos para que las agencias gubernamentales
obtengan acceso a datos personales, y se consideran los
casos con fines de vigilancia. Aunque la entrega de
datos previa solicitud (por ejemplo, la citación
judicial) también es habitual en los regímenes
democráticos, la diferencia está en cómo se utilizan
posteriormente esos datos y si hay motivos para
equilibrarlo con otros procedimientos institucionales.
Detalles de la responsabilidad política de los gigantes
tecnológicos
A medida que crece la intersección entre tecnología y
política, los innovadores tecnológicos deben lidiar con
las implicaciones políticas de sus nuevas creaciones.
Tienen que tomar medidas proactivas para desarrollar
estrategias sólidas de responsabilidad política mientras
navegan por entornos autoritarios y otros entornos
repletos de asuntos éticos. La transparencia es una
forma de alcanzar estos objetivos.
La práctica de la información y divulgación sobre
criterios ambientales, sociales y de gobernabilidad (ASG)
es un excelente ejemplo de cómo la transparencia
obligatoria ha conducido a la rendición de cuentas, y
puede adaptarse a la innovación tecnológica. Por
ejemplo, revelar abiertamente quién ha comprado una
determinada tecnología limitará la capacidad de los
Gobiernos autoritarios para usarla abusivamente. Además,
integrar la responsabilidad política como parte de las
carteras de inversión responsable podría representar un
paso significativo para iniciar un diálogo abierto sobre
tecnología, política y sociedad. Esto podría hacerse
dando a conocer el compromiso político directo de las
empresas y añadiendo transparencia adicional sobre los
contextos en los que estas operan.
Esa transparencia sería aún más problemática (y
probablemente imposible) para las empresas tecnológicas
que se han desarrollado dentro de las fronteras y, por
tanto, de la jurisdicción de regímenes autoritarios. Uno
de los ejemplos más ilustrativos es el caso de Yandex,
multinacional con sede en Rusia. La empresa, a menudo
denominada el «Google ruso», creció hasta convertirse en
un importante actor en el sector tecnológico. A pesar de
transigir ocasionalmente con el sistema político, la
empresa mantuvo la reputación de ser la más liberal del
país, al mismo tiempo que mostraba un crecimiento
empresarial constante. Sin embargo, cuando Rusia invadió
Ucrania en febrero de 2022, Yandex tuvo que hacer frente
a importantes presiones, restricciones legislativas,
sanciones internacionales y críticas de la opinión
pública. Desde las primeras semanas de la guerra, el
sitio YandexNews, que visitan a diario 40 millones de
personas, incluyó solo historias de medios estatales,
amplificando las narrativas de la «operación especial».
Acatar la ley pasó a ser un equivalente de contribuir a
una cobertura mediática unívoca dominada por el Estado
ruso.
La guerra se convirtió en el detonante más importante
que afectó a Yandex, ya que el precio de las acciones de
este destacado negocio perdió más del 75 % de su valor.
Muchos empleados de la empresa, incluidos altos
directivos, renunciaron o abandonaron el país en
protesta por la guerra dirigida por Rusia. Se aplicaron
sanciones personales al director general y al fundador
de la empresa. Bajo presión, la empresa vendió sus
activos de información a un conglomerado leal al Estado.
En diciembre, el fundador de la empresa abandonó Yandex
Rusia, pero siguió siendo el principal accionista.
Este tipo de escenarios establecen una base
controvertida para las empresas que deben aceptar las
normas de un Estado autoritario para mantener su
negocio. El libro Exit, Voice, Loyalty: Responses to
Decline in Firms, Organizations and States de Albert
Hirshman propone un marco de tres estrategias para
responder cuando se percibe una disminución en los
resultados de una organización o un Estado. Si se usa
como guía para una estrategia organizativa, una empresa
tecnológica que se enfrente a un autoritarismo podría
marcharse, protestar o acatar. Sin embargo, si se es
realista y se tiene en consideración que el
autoritarismo se suele caracterizar por la supresión de
la disidencia pública, solo hay dos estrategias:
quedarse o irse, y ambas opciones plantean más problemas
éticos. Ya se ha hablado mucho acerca de los
inconvenientes de colaborar con autócratas; ¿hasta qué
punto es ético para los empleados y los clientes que una
empresa abandone el Estado en declive? Además, el
negocio sigue siendo, ante todo, una empresa generadora
de beneficios y muy pocos países del mundo crearían
mercado para un producto para que la directiva de la
empresa pueda cumplir con el estándar de responsabilidad
política. Al fin y al cabo, no todos podemos vivir en
Noruega.
A medida que crece la influencia de las empresas
tecnológicas, corresponde a la sociedad civil, a los
periodistas, a los usuarios de tecnología y a las
organizaciones de monitoreo exigirles que se hagan
responsables. Exigir transparencia y colaborar en la
creación de nuevas políticas justas que puedan apoyar a
las empresas tecnológicas en contextos difíciles podría
ser una forma de avanzar. Mientras tanto, es importante
educar al público y crear incentivos para el consumo de
tecnología que no sean la gratificación instantánea. Al
trabajar juntos, las partes interesadas pueden empezar a
dar forma a un panorama tecnológico más ético, en el que
el bien común sea más importante que el interés
corporativo.
The Bridge
Este articulo es parte de The Bridge (El puente),
presentacion con opiniones, comentario e investigacion
desde la perspectiva singular de la Comunidad de Global
Voices.
GV Advocacy
Este articulo es de GV Advocacy, un proyecto de Global
Voices con su propio sitio web, en pro de la defensa de
la libertad de expresion y contra la censura en internet.
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