Esta artículo fue
publicada por Astrid Arellano en 30 marzo 2023 en
Mongabay Latam
Al noroeste de México, el Centro de Rescate y
Rehabilitación de Fauna Silvestre (CRRIFS) es un espacio
dedicado a la atención de especies atrapadas en artes de
pesca abandonadas, así como su reintroducción a su
entorno natural.
Entre 2017 y 2022, censaron a 607 lobos marinos
atrapados en artes de pesca en la zona; sólo lograron la
liberación de 14 de ellos, por lo que ahora trabajan con
las comunidades pesqueras para prevenir la problemática.
El enmalle era muy grave. Un lobo marino de California (Zalophus
californianus) tenía una red de nailon alrededor del
cuello y parte de la cara. Cuando los especialistas en
rescate animal se acercaron, vieron que el hilo estaba
incluso dentro de su hocico y que le había cortado
cuatro o cinco centímetros de las comisuras. “Era una
herida muy grave, muy fea y que, obviamente, le causaba
mucho dolor”, recuerda Elsa Coria, veterinaria
especializada en fauna silvestre.
Ese ejemplar era una hembra de poco más de un año que, a
pesar de su edad, intentaba tomar leche de su madre, una
práctica común cuando el alimento dentro del mar es
escaso.
Era noviembre de 2017 y el grupo de rescate animal
trabajaba en su primer taller para el desenmalle de
lobos marinos con especialistas de The Marine Mammal
Center —organización no gubernamental dedicada al
rescate y la rehabilitación de mamíferos marinos, la
investigación científica y la educación ambiental— en la
isla San Jorge, ubicada en el Golfo de California, en el
noroeste de México.
Elsa Coria recuerda lo que sucedió con la loba marina:
“Pudimos capturarla de manera sorpresiva y nos tardamos
un buen rato en poder retirarle toda la red. Una vez que
lo logramos, se liberó en el lugar y fue increíble ver
cómo se tiró al agua y se quedó al lado de las
embarcaciones. Nos volteaba a ver y empezó a jugar. A
mí, literalmente, se me salían las lágrimas. No hay nada
que pueda reemplazar el ver a un animal libre, que
regrese a la naturaleza sin problema. Sobre todo cuando
es un problema que causamos nosotros, los humanos”. En
esos días, se acercaba la Navidad; fue por ello que a la
loba marina rescatada la llamaron Nochebuena.
Pocos meses antes, en julio de 2017, Elsa Coria,
veterinaria e investigadora formada en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), junto con otros
especialistas crearon el Centro de Rescate,
Rehabilitación e Investigación de Fauna Silvestre (CRRIFS),
organización sin fines de lucro especializada en el
rescate de animales silvestres en situaciones riesgosas,
así como enfermos o heridos en San Carlos, Nuevo Guaymas,
Sonora.
Cinco años después, el CRRIFS es uno de los dos centros
que realizan el desenmalle de lobos marinos en México.
La otra organización se encuentra en Baja California y
comenzó a trabajar dos años antes.
Entre los años 2017 y 2022, los especialistas de Sonora
censaron a 607 lobos marinos atrapados en artes de pesca
abandonadas en cuatro islas del estado. De esa cantidad,
solo se logró la liberación de 14 animales. Estas cifras
mostraron que el asunto requería una intervención
urgente. Fue por ello que el programa de rescate de
lobos marinos fue el primero con el que arrancó el
CRRIFS.
“Aunque ya se sabía y se habían contado lobos marinos
enmallados por muchos años, el número iba en incremento.
No había quién hiciera algo por ellos realmente. Así fue
como iniciamos el programa para poder capturarlos,
retirar las redes que traían en el cuerpo y que pudieran
regresar a la naturaleza; que tuvieran una segunda
oportunidad”, agrega la experta.
En la actualidad, el trabajo de la organización ya
abarca otras acciones. Reciben tortugas marinas para su
rescate y rehabilitación —especies para las que, además,
tienen un programa de conservación—, así como aves
rapaces y marinas, además de pequeños mamíferos como
ardillas, mapaches y zorros. Paralelamente, trabajan en
la atención a varamientos —cuando algún animal marino es
arrastrado por el mar hacia la arena, rocas o zonas de
aguas bajas—, así como en el retiro de redes de pesca
abandonadas, labores de investigación y fortalecimiento
comunitario.
El lobo marino de California y los orígenes de CRRIFS
El lobo marino de California (Zalophus californianus) es
el pinnípedo más abundante en México, sobre todo, dentro
del Golfo de California. Un censo poblacional de la
especie, realizado en 2021 por la Comisión Nacional de
Áreas Naturales Protegidas (Conanp) en 12 colonias de la
Península de Baja California, arrojó un total de 18 850
individuos. “Es pariente lejano de los perros y ha
evolucionado muy bien para adaptarse al medio acuático”,
afirma Coria.
La experta describe que esta especie tiene dimorfismo
sexual, es decir, que resulta muy sencillo identificar a
los dos géneros por sus diferencias físicas. “Los machos
desarrollan una cresta sagital —que es como si fuera un
copete en la cabeza— y con esta característica es fácil
detectar a los machos adultos. Las hembras son más
pequeñas, con su cuerpo más estilizado, y no desarrollan
esta cresta. Su periodo de reproducción es en el verano,
en el mes de julio, que es cuando hay el mayor número de
nacimientos de esta especie”, dice Coria.
CRRIFS - Golfo de California - México
Lobo marino de California en rehabilitación en una
piscina de CRRIFS. Foto: CRRIFS.
Las crías, en un principio, permanecen en la isla y
apegadas a su madre. Durante su crecimiento, desarrollan
la capacidad de nadar, jugar y buscar a sus presas. A
los seis meses de edad comienzan a comer el pescado que
capturan por ellas mismas y es cuando su madre comienza
a retirar la leche materna. A partir de entonces, se
enfrentan al riesgo de encontrarse con artes de pesca en
el camino.
Elsa Coria es originaria de la Ciudad de México. Vive y
trabaja en Sonora desde 1999, cuando llegó para trabajar
con crías de lobos marinos en proyectos de investigación
que requerían muestras biológicas para hacer análisis de
su estado de salud. La investigadora recuerda que en
2015 comenzó a recibir, como veterinaria, algunos lobos
marinos afectados para rehabilitarlos. Allí fue cuando
la problemática de los enmalles comenzó a ser más
visible.
CRRIFS - Golfo de California - México
Técnica de captura con red para desenmalle de lobo
marino de California. Foto: CRRIFS.
Un año más tarde, en 2016, inició su entrenamiento en la
atención de animales afectados por las redes de pesca.
La científica viajó a la sede de The Marine Mammal
Center —en Sausalito, California, en Estados Unidos—
para aprender más sobre el procedimiento que es bastante
complejo y altamente especializado. Así se capacitó con
quienes habían desarrollado una nueva metodología para
capturarlos, ya que muchos animales son grandes y una
red no resulta suficiente.
“Se tenían que sedar, anestesiar. En mi entrenamiento,
me transmitieron su conocimiento y experiencia no
solamente en el ámbito médico veterinario, sino también
en toda la logística para lograr estas campañas de
desenmalle —detalla Elsa Coria—. Si son organismos
jóvenes, se hace una sedación ligera para permitir el
retiro del enmalle; si son organismos grandes, se tiene
que hacer sedación remota, que es utilizar un dardo con
una mezcla especial de anestésicos para que podamos
capturarlo y retirarle el enmalle”.
Proceso de desenmalle de un lobo marino bajo anestesia,
en isla San Jorge. Foto: CRRIFS.
Desde 2021, CRRIFS es parte de la Red de Capturas
Incidentales y Descartes (Red CID), conformada por
diversas organizaciones, instituciones e investigadores
a nivel mundial, con el fin de compartir metodologías y
procedimientos que mitiguen las capturas incidentales.
Como miembros de esta red, CRRIFS ha aportado técnicas
de liberación de pinnípedos capturados en diversas
artes de pesca.
Los enmalles: la punta del iceberg
El trabajo de CRRIFS se realiza en varias islas del
Golfo de California. En Sonora se enfoca en San Jorge,
San Esteban, San Pedro Mártir y San Pedro Nolasco,
consideradas las cuatro principales cuando se habla de
reproducción de lobos marinos, ahí colaboran con la
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp)
para realizar monitoreos biológicos sobre la población
de lobos marinos californianos.
“El número de lobos enmallados es la punta del iceberg.
Desgraciadamente, sabemos que muchos animales mueren
ahogados en las redes; es un número que desconocemos,
pero probablemente es muy alto. Por eso hemos abordado
el trabajo con los pescadores de las comunidades. Para
nosotros es muy importante involucrarlos, para apoyarnos
en estas acciones. De esta manera, ellos ven el efecto
directo de las redes que quedan abandonadas o que son
utilizadas de una manera no muy responsable”, explica
Coria.
Los lobos marinos no son los únicos afectados. Solo en
2022, los especialistas de CRRIFS atendieron a 90
animales por diversas causas. Fueron 25 mamíferos, 48
aves, 15 tortugas y 2 reptiles de otras especies que
requirieron rescate, intervención y rehabilitación en el
quirófano, así como en piscinas, aviario, áreas de
cuarentena y otros espacios con los que cuenta el
centro. Una de las principales causas de lesiones fue la
interacción con artes de pesca: enmalles en
chinchorros, anzuelos y líneas de nailon.
Para atender y reducir los enmalles, el CRRIFS trabaja
actualmente en la innovación de artes de pesca. Su
equipo de ecodiseño está en la búsqueda de materiales y
estrategias para la creación de una nueva red que se
propondrá a los pescadores, compuesta por nudos
corredizos que se abrirán cuando un animal grande sea
capturado de forma incidental.
Campodónico —comunidad pesquera más cercana a la Isla
San Jorge, considerada por mucho tiempo el punto rojo de
enmalle de lobos marinos— es el sitio piloto para
presentar el prototipo de red para que los pescadores la
usen y califiquen.
CRRIFS - Golfo de California - México
“Buscamos que ellos vean que estamos allí para
apoyarlos, no para criticarlos ni hacerlos sentir mal.
Al contrario, entendemos la problemática porque una red
rota no es nada grato, porque conlleva un costo. Esto es
un daño también para ellos y lo mejor es que disminuya.
Nos han visto como aliados y no como enemigos que
provocarán el cierre de su área de pesca —que es un
temor bastante común—. Nuestra intención es apoyar su
economía para que se les destruyan menos redes y, a la
par, que poco a poco vayan haciendo una pesca más
sustentable”, comenta Coria.
A la par, desde 2022, el Centro formalizó su programa de
retiro de redes y artefactos de pesca abandonados —como
trampas, anzuelos y chinchorros— tanto en la costa como
en aguas, a través del buceo. Además, como una de las
actividades ligadas a la educación ambiental, trabajan
con las mujeres de las comunidades pesqueras,
capacitándolas en el monitoreo de aves y lobos marinos
para aportarles otras fuentes de ingreso. “Que vean que,
si la pesca ya no está dando, hay alternativas. Eso no
significa que dejen el mar, sino que pueden hacer
turismo y trabajar en cuestiones biológicas. Eso es muy
importante: abrir nuevos panoramas”, dice Coria.
CRRIFS - Golfo de California - México
El trabajo con las tortugas marinas
Hasta ahora se conocen siete especies de tortugas
marinas en el mundo. En Sonora, se sabe de la presencia
de al menos cinco de ellas: golfina (Lepidochelys
olivacea), verde (Chelonia mydas), carey (Eretmochelys
imbricata), laúd (Dermochelys coriacea) y amarilla (Caretta
caretta). De estas, solo la golfina anida en las costas
de la región de Guaymas, San Carlos y Empalme. Eduardo
Pérez, biólogo y coordinador del Programa de
Conservación y Rescate de Tortugas Marinas del CRRIFS,
explica que la vocación turística de estas playas
provoca que las principales amenazas para la especie
tengan que ver con la presencia de automóviles, fogatas
y basura que intervienen en los sitios de anidación.
“El principal riesgo que están enfrentando las tortugas
marinas en la zona —en cualquier parte de su ciclo de
vida— son los vehículos que pueden colisionar con las
hembras anidadoras; que pasen por la superficie del nido
y lo colapsen; o también que, si las tortuguitas llegan
a eclosionar, al llegar a la superficie pueden
encontrarse con el escenario de surcos producidos por
las llantas de estos carros. Si bien, para nosotros
pudieran ser muy leves, para las tortugas sí representan
una trampa casi mortal. Eso las hace seguir el trayecto
de la llanta y avanzar en línea paralela al océano,
provocando deshidratación en el verano e hipotermia en
el invierno. Pero también las han atropellado”, lamenta
el experto.
CRRIFS - Golfo de California - México
El Programa de Conservación y Rescate de Tortugas
Marinas de CRRIFS inició en el 2018 y ha tenido tanto
éxito que cada temporada de anidación, de junio a
diciembre, aumenta el número de nidos y de crías
liberadas en las playas de Guaymas y San Carlos.
De acuerdo con el reporte anual de CRRIFS, entre 2018 y
2021, se protegieron 290 nidos de tortuga golfina (Lepidochelys
olivacea), de donde se obtuvieron 25 520 huevos, para un
total de 18 026 crías sanas. Esto se logró con la
protección y monitoreo de sitios de anidación con el
apoyo de su equipo de voluntarios, quienes realizan
patrullajes todas las mañanas de la temporada de
anidación.
CRRIFS - Golfo de California - México
Desde poco antes de las cuatro de la madrugada, los
voluntarios salen a caminar en las playas para buscar
los rastros de las hembras. Una vez que encuentran y
reportan un nido al CRRIFS, se decide cuál es el mejor
nivel de protección que se le puede asignar, explica
Pérez.
“Ya sea que el nido se quede en la playa y se le
coloquen protecciones, o si se encuentra en una zona de
riesgo —por la presencia de vehículos, por la proximidad
al agua o por estar en un punto donde las lluvias
generarán inundación— se toma el nido y se trae al
centro de incubación”, agrega el experto.
Los resultados han sido exponenciales año tras año,
confirma Pérez, pues ha sido testigo de cómo, en 2018,
se pudieron localizar sólo 23 nidos y, para 2022, fueron
109. “Ni se diga en la cantidad de tortuguitas
liberadas, que en el primer año, se logró liberar
alrededor de 210 y, el año pasado, liberamos alrededor
de 7100 tortugas. Así vemos cómo es muy evidente la
importancia y la necesidad de tener un programa en la
zona”, dice Pérez.
Los especialistas Elsa Coria y Eduardo Pérez colocan
protección contra depredadores a un nido de tortuga
golfina en la playa San Francisco, en San Carlos,
Sonora.
Desde el 2019, el centro inició el monitoreo en zonas de
alimentación de tortugas prietas (Chelonia mydas) y
carey (Eretmochelys imbricata). En estos trabajos
también ha resultado fundamental la colaboración con los
pescadores, pues hasta antes de que se prohibiera la
captura de tortugas marinas en 1990, eran especies
consumidas por su carne. Los pescadores ahora instruyen
a los especialistas sobre la ubicación de las áreas de
alimentación, con la finalidad de recopilar información
para la creación de un banco de datos sobre el estado de
salud de los quelonios.
“Si bien los pescadores inicialmente consumían a la
tortuga, ahora están apoyando a su conservación; este
cambio de mentalidad, que se va perpetuando en las
generaciones, es muy importante —afirma Pérez—. Si las
actividades marchan como hasta ahora, se pronostica un
futuro bastante alentador”.
El futuro de las especies marinas y el proyecto para
protegerlas
El reto de CRRIFS es enorme y su equipo aún es pequeño.
Está compuesto por siete personas: un ingeniero
industrial, un biodiseñador, dos veterinarias, un
biólogo, una ecóloga y un sociólogo, además de una
pequeña red de voluntarios locales compuesta
principalmente por extranjeros jubilados.
Como muchas organizaciones sin fines de lucro, el centro
también enfrenta el reto de obtener recursos y
financiación para continuar con sus labores. “Al inicio,
las actividades del Centro tenían que financiarse de
nuestra bolsa; al trabajar con fauna silvestre, sabemos
que son propiedad de todos y de nadie, entonces no hay
alguien que se haga responsable por las actividades que
estamos haciendo. Acceder a fondos o algún tipo de
subsidio, ha sido un gran reto”, dice Eduardo Pérez.
CRRIFS - Golfo de California - México
Aun así, las aspiraciones de la organización apuntan a
expandirse hacia las zonas norte y sur de Sonora, donde
puedan abrir nuevos centros para poder cubrir un mayor
territorio y atender más casos. Por ahora, han avanzado
en tener un equipo más nutrido y en tener un mayor
alcance en la colaboración con las comunidades pesqueras
en la costa de Sonora, así como con las autoridades
ambientales, con quienes ya tienen un vínculo estrecho.
“Lo que para nosotros sería ideal, es ya no ver esa gran
cantidad de lobos enmallados en las islas y en el mar,
que veamos a las comunidades trabajando en conjunto en
la protección del ambiente y, por qué no, viviendo de
esa protección del ambiente. Si la pesca ya es muy
difícil, ojalá que encuentren su sustento en actividades
de conservación”, concluye Coria.
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